Wednesday, June 28, 2006

No somos los unicos que pensamos asi.

28 de 2006
Representante del Ministerio de Defensa pidió absolver a los militares comprometidos con la guaca

La representante de la parte civil considera que la tipicidad del delito de peculado por apropiación, del cual se les acusa, no está demostrada.



  • Articulo Completo
  • Tuesday, June 27, 2006

    Que el diablo escoja!

    En la página principal de las Autodefensas Unidas de Colombia se encuentra un artículo que detalla lo siguiente:

    “Y es que esta no es una graciosa concesión que se nos está haciendo. Es evidente que si se quiere que el proceso de paz con la Autodefensa termine de manera constructiva, el tema de la reinserción en la vida social y productiva de los ex combatientes debe estar en la agenda de prioridades de la nación.”

    Nosotros los colombianos somos muy especiales, particularmente a la hora de conceder prioridad a ciertos asuntos legales. Si necesitamos cambiar cien leyes e inventar otras cien para que un paramilitar asesino salga por las calles de Bogotá estrenando carro pagado por el estado, ¡lo hacemos! En el país del sagrado corazón, si a alguien se le va la mano con la secretaria y le roza la cola, puede ir a parar en la cárcel, compartir celda con Garavito el violador de niños, y para terminar, recibir una condena quizá más grave. Sí, ese es nuestro sistema.

    En efecto, son diarias las inconsistencias en nuestras leyes. Casos como el de Garavito nos causan consternación sólo por un par de días y luego todos parecemos olvidar. Igual pasa con los soldados de la guaca, el caso que por estos días y al parecer solo por estos días, nos tiene atentos y la expectativa de lo que pueda suceder. Mucha gente ignora lo que este caso representa para los colombianos. Por un lado están los que piden justicia, ya que los soldados se apoderaron de algo que no les pertenecía y por consiguiente deben atenerse a las consecuencias. Están también los que piden solidaridad con los acusados y exigen se les perdone su falta y se les premie su valentía con el botín que encontraron en la selva y por último, estamos aquellos que pedimos justicia.

    Si, ¡justicia! Aunque en Colombia sea paradójico solicitarla, debemos tener en cuenta que esa misma vara que hoy mide las acciones de los uniformados, es es aquella que puede tomar medida de nuestras acciones en un futuro. Se puede pensar que levanto el dedo acusatorio para decir que todos los que leen este escrito van a delinquir en cualquier momento y por consiguiente van a ser juzgados por algo y por alguien. Pero no, es que en nuestro país también levantamos juicios acusatorios en contra de inocentes. Paradójicamente también, como en el caso de los soldados.

    Juzgar a los 147 miembros de la compañía B, por el delito de Peculado por Apropiación es una aberración Jurídica ya que los soldados en ningún momento incurrieron en tan mencionado delito. El error cometido por los acusados puede y debe ser castigado única y exclusivamente como una falta disciplinaria dentro de las filas del ejército. Pero bajo ninguna circunstancia, deberá ser castigado jurídicamente, manipulando la balanza de la justicia y las letras que componen nuestras leyes.

    Es este el momento en el que debemos quitarnos la camisa negra de Juanes y colocarnos una blanca implorando justicia. Por mis hijos, tus hijos y los hijos de tus hijos, evitemos juntos que se cometa otra irregularidad, tenemos a alguien que mato más niños que los que integran una compañía anti-guerrillera, brindado entrevistas en televisión nacional, a punto de salir libre y quien sabe cuantos asesinos más a punto, o si no, disfrutando de la libertad. 147 jóvenes defendían a muerte – literalmente- la integridad de nuestra nación y hoy los juzgamos por quedarse con algo, que no le pertenecía a nadie. Dirán algunos que estos soldados vendieron la patria por un par de dólares, pero después de ver tantas muertes, creo que es natural querer comenzar a vivir, ¿o acaso son muchos los que algún día vistieron ese uniforme que hoy juzgamos?

    Ciento cuarenta y siete acusados por un delito que no cometieron Vs. Ciento Setenta Niños y quien sabe cuantos más, asesinados por un mismo hombre que muy pronto estará libre. Libre como todos los guerrilleros que se tomaban nuestros pueblos, mataban campesinos, quemaban iglesias y bancos, destruían las alcaldías de muchos municipios de Colombia, secuestraron, degollaron, volaron con tanques de gas los puestos de policía, mataron a muchos de nuestros uniformados que no hacían mas que defendernos, usaron motosierras contra otros cuerpos y quien sabe cuantas mas barbaridades cometieron; y gracias a las inconsecuencias de nuestro gobierno, hoy, son los dueños de la tienda de la esquina, el carro de perros y del taxi que lleva a la niña al colegio.

    Ya es hora de que encontremos el sentido de pertenencia y defendamos entre todos a Colombia, de las armas, las leyes y de nosotros mismos. Justicia es lo que solicitamos, justicia en todos los frentes, en la guaca.

    Saturday, June 24, 2006

    "La Guaca" - Un fallo difícil

    Resultó muy importante y a la vez que oportuno el editorial del periódico EL TIEMPO, (23.06.2006), sobre la "Guaca" en el Caquetá pero valga la oportunidad para precisar que no se puede ni se debe afirmar que los 40 mil millones de pesos sean de las FARC pero sí es aceptable decir que presuntamente ese dinero era del movimiento de alzados en armas.

    Es aceptable la afirmación en el sentido de que los militares cometieron una falta y por ella deben ser sancionados pero resulta que a la luz de las vigentes disposiciones contempladas en el Código Penal Colombiano los 147 militares que encontraron la " Guaca " hace 3 años en el Caquetá no cometieron ningún delito y mucho menos se les puede acusar de haber incurrido en peculado por apropiación.

    En este tiempo, que se sepa, no existe ningún castigo o penalización para la persona o personas que encuentren dinero y que se apropien o dispongan de el. Como los militares estaban en una misión especial y producto de ésta encontraron el dinero, entonces, es muy posible que las disposiciones del régimen castrense contemplen alguna sanción y me asalta la idea que bien puede ser la separación inmediata de las filas, situación jurídica que ya se cumplió por el mismo transcurrir de los hechos.

    Ahora en la sabana de normas legales existe una disposición en el sentido de que quien encuentre en las calles o en campo dinero u otro bien o valor, puede llegar a ser de su propiedad, previo trámite legal ante el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, I C B F, mediante la presentación de una solicitud o denuncia denominada de " Vocación Hereditaria sobre Bienes Mostrencos ".

    Para una mayor claridad es positivo tener en cuenta que incurre en peculado quien hurta dinero del erario público, los 40 mil millones de pesos encontrados no era de ninguna entidad oficial o institución privada y se ha dicho que presuntamente eran de las FARC y a nadie se le puede juzgar por un delito inexistente, como en este caso de los 1 4 7 militares que se encontraron la
    " Guaca " y dispusieron de ella.

    Por favor hoy y siempre seamos muy realistas y aceptemos que de los soldados colombianos nosotros nos olvidamos fácilmente y solo los recordamos cuando ocurre algún incidente y queremos acabarlos tal y como está sucediendo en el caso del proceso de la guaca del Caquetá.

    Pero olvidamos que muchos políticos sí se han apropiado indebidamente de dineros del tesoro publico y nada les ha pasado pues para ellos no existe el delito y, mucho menos, el de peculado. Cuánto dinero ha perdido el Estado por las acciones de los corruptos y cuánto se ha recuperado?.

    Ahora resulta que en algunos sectores de la comunidad colombiana se nota la preocupación en torno al " Juicio del Siglo- XXI " por el dinero de la guaca, 40 mil millones de pesos, que no son del Estado y, ahora sí, se quiere imponer una condena a quienes se lo encontraron y ni siquiera sabían a quien pertenecía.

    Debemos tener en cuenta que la mayoría de los soldados colombianos pertenece a estratos bajos o del sector campesino y que por lo general nunca tienen nada, ni siquiera una vivienda digna.

    Si condenan a los soldados por peculado vendrán las acciones judiciales en segunda instancia y es allí donde el Estado tendrá que pagar sumas millonarias pues se configurará la inexistencia del delito por el cual fueron juzgados.

    Considero que para opinar sobre este tema de los militares en ejercicio y concretamente sobre el caso de la "Guaca" una de las condiciones podría ser el haber estado en las filas de alguna de las fuerzas o que un hijo haya prestado el servicio obligatorio y, en consecuencia, saber los roles que un joven debió afrontar en tan importante época de su vida.

    El final será un fallo muy difícil...

    Jorge Enrique Giraldo Acevedo
    e.mail jgiraldoacevedo@yahoo.es

    Friday, June 23, 2006

    Cartas de lector.

    Vivir en un país tercermundista en días como estos, es realmente aterrador. No tanto por la violencia que predican en los noticieros o por la economía que pareciera no poder caer más. No, vivir en un país como Colombia, y más aún, asistir a una facultad de Derecho en este país en días como estos, es realmente aterrador.
    Todos los días durante ya varios semestres, he asistido a cátedras donde me enseñan que Colombia es un Estado social de derecho, un país democrático, con una constitución tal vez muy amplia y reciente, pero valiosa para un pueblo que se alimenta de ella.

    Lunes, 8:00 de la mañana, entro a clase de penal y estudio cada uno de los delitos que comprende el código, discutimos algunos casos y salgo con un aire de justicia que no me cabe en los pulmones. Llego a mi casa para ver en el noticiero casos como el de “La Guaca”, y en ese momento, esa ley que me llenaba de orgullo, esos fallos proferidos por los honorables jueces y magistrados de la República que me parecían dignos de aplausos, se me vienen a tierra. No estoy diciendo que la justicia en Colombia este muerta, pues considero que aún contamos con funcionarios judiciales que se apropian de su labor en todo el sentido de la palabra; pero si tengo que aceptar –un poco a regañadientes- que la justicia en nuestro país es en muchas ocasiones manipulada por esa mano invisible que hace mella en los cimientos de una nación asfixiada por un poder ventrílocuo de la normatividad.

    Es inaudita la acusación que recae sobre estos 147 soldados, y es triste saber que su condena será inevitable si no se hace algo al respecto, si el descontento social que éste caso genera no se hace sentir. Si como es costumbre, nos quedamos con los brazos cruzados mientras vemos la decadencia de la justicia pasar por nuestros ojos.

    La soberanía recae sobre el pueblo. Ya hemos permitido que muchos inocentes sean condenados de la manera mas drástica, mientras quienes realmente deben ser castigados, salen libres o peor aún, terminan siendo senadores de la República.

    Los 50 soldados que por estos días prolongan su espera de ya más de 3 años, están a la expectativa de su condena. Ellos han permanecido en la cárcel todo este tiempo por un error (si, cometieron un error) pero no por un delito, no porque su conducta desembocara realmente en un tipo penal tal como el prevaricato por apropiación.

    La justicia es para todos, pero no solo para todos aquellos que no contaron con la suerte de ser o conocer a alguien “importante” en este país.

    Por: CP

    Thursday, June 22, 2006

    EDITORIAL EL TIEMPO- Junio 22 de 2006

    Junio 22 de 2006
    EDITORIAL
    Esa ‘guaca’ es nuestra


    Protagonista central del proceso penal militar que se adelanta en Tolemaida, la célebre guaca de las Farc, descubierta (y aprovechada) hace tres años por un grupo de militares y que ha dado hasta para libros y películas, es un episodio que desnuda aspectos poco encomiables del alma colombiana.

    Ese viernes, por demás santo, del 2003, 129 soldados, 15 suboficiales y 3 oficiales de la Brigada Móvil 6 descubrieron en la vereda Las Morras, de San Vicente del Caguán (Caquetá), varias canecas enterradas con 40 mil millones de pesos (en dólares y pesos). Procedieron a repartírselos y a disfrutarlos. Tan a sus anchas, por ejemplo en burdeles y almacenes de Popayán, que el exceso permitió descubrirlos. Unos pocos, arrepentidos, devolvieron su dinero.

    Se gastaron unos 500 millones de pesos. Otros 1.380 millones fueron devueltos. En el banquillo en Tolemaida están sentados 8 suboficiales y 40 soldados. El resto de la plata, más de 38 mil millones de pesos, y de los militares –99– brillan por su ausencia en uno de los procesos más sensacionales y surrealistas que han pasado por la justicia penal militar. Y que ha despertado pasiones y argumentos encontrados, propios de cierto talante nacional.

    Para empezar, no solo parece una exageración el anuncio que hicieron en su momento algunos miembros del alto mando de juzgar a los soldados involucrados por ‘traición a la patria’, sino también la propia acusación de peculado por apropiación que hoy enfrentan. Es casi un exabrupto calificar este acto de ‘viveza’ como un acto de traición. Y, legalmente, es difícil sostener que quienes se apropian de un bien privado (de una organización ilegal, por lo demás) cometen peculado, cuando este se refiere solo a bienes públicos.

    Estas obvias consideraciones se han sumado a la idea equivocada de que estos militares, por su sacrificio cotidiano y heroico en la guerra, tendrían derecho a esa suerte de ‘premio’ otorgado por la Providencia. Al punto de que una corriente de abierta simpatía pública ha acompañado a los soldados, en el país en este caso, sugiriendo que, dado que no se les podría probar una violación de la ley, no deberían ser objeto de condena alguna y, aún más, que se les debería dejar disfrutar de una plata que se encontraron mientras arriesgaban sus vidas contra una guerrilla que la obtuvo a punta de extorsiones y secuestros.

    Que una idea semejante haga carrera es reveladora del culto a la ilegalidad, al enriquecimiento fácil y a la ‘viveza’ que impera en algunas capas del país. Si bien la traición, por exceso, y el peculado, por defecto, no tienen lugar en este caso, sí es evidente que los militares cometieron una falta grave. No puede prosperar la noción de que cualquier autoridad tiene la posibilidad de reclamar como botín propio lo que descubra o decomise en el cumplimiento de su deber. Según esto, las caletas de la mafia que a cada rato son encontradas, o los 35 millones de dólares de los ‘mellizos’ Mejía, hallados hace algunos años en Bogotá, deberían repartirse entre los investigadores que los descubrieron. ¿A qué niveles de corrupción y contaminación criminal conduciría tal práctica?

    En un caso como el de ‘la guaca de las Farc’ preocupan los extremos. Por el lado del exceso, que la hoy muy cuestionada justicia penal militar resuelva dar un drástico ejemplo con estos soldados. Y por el lado de la complacencia de una parte de la opinión pública, que, más que perdonarlos, los convierta en una suerte de Robin Hood criollos. No. Los militares cometieron una falta grave y por ella deben ser sancionados. Sin exageraciones innecesarias, ni tolerancias malsanas.

    editorial@eltiempo.com.co

  • Esa ‘guaca’ es nuestra
  • Wednesday, June 21, 2006

    Carta abierta a Jotamario Arbeláez

    Estimado Jotamario.

    Hoy leí con gran preocupación el artículo sobre el caso Garavito y por esto mismo, he tomado la decisión de escribir esta pequeña carta. A ciencia cierta no comprendo que es más preocupante, el que un violador, asesino y perverso personaje de nuestra nación recobre la libertad pagando contados días por cada uno de los niños abusados y asesinados, ó la manera en la que funciona nuestra justicia penal, donde delitos menores acarrean penas mas abultadas y drásticas.

    Vivir en el exterior, como es mi caso actual, brinda una perspectiva mas amplia sobre el acontecer nacional. A modo personal, he creado una página de Internet sobre el famoso caso de la Guaca, ya que desafortunadamente alguien que yo conozco y aprecio ha estado involucrado. No es función mía el pedir que se perdone a los soldados por los actos cometidos, pero creo que es función nuestra como ciudadanos, el implorar que la justicia trabaje de manera correcta y responsable ante quienes ponemos plena confianza en ella. Acusar a 147 soldados colombianos de un delito que no han cometido –Peculado por Apropiación- es casi tan aberrante como dejar en la calle a alguien que atentó, asesinó, y privó de vida a un poco mas 170 niños colombianos.

    ¿Donde esta la justicia? “Garavito, el segundo mayor asesino de niños, saldría libre en cuatro años.”

    La única petición que tengo es que casos como esté no se vuelvan a repetir. Que por vez primera nuestro sistema jurídico, penal y penal militar actúe con transparencia y rectitud en el caso de los soldados, que encontraron en la suerte el infortunio.

    No se a ciencia cierta cual es la conclusión final de esta carta, si la de compartir el descontento creado por el caso Garavito ó el de buscar ayuda en alguien que ha encontrado como yo, huecos relevantes en lo que a nuestra justicia se refiere.

    "¿Qué quieres?". Y él le respondió, como si fuera un político: "Poder y dinero. Te vendo mi alma".

    En el otro lado de la hoja estamos aquellos que solo queremos justicia. En este caso, en todos los casos.

    Un cordial Saludo,

    Carlos Alberto Carreno
    C.C 13.744.935
    www.agorapolitica.com
    carloscarrenob@gmail.com

    El infanticida sin fin (21 de Junio de 2006) por Jotamario Arbeláez
  • Articulo Original
  • Tuesday, June 20, 2006

    ¿Justicia? Así pensamos nosotros.

    Para pocos es desconocido el caso de los 147 soldados que hace tres años mientras patrullaban en el municipio de Coreguaje, en San Vicente del Caguán (Caquetá), encontraron en su camino una guaca que contenía alrededor de 40 mil millones de pesos y decidieron para infortunio suyo apropiarse de ella.

    Ahora resulta, que 50 de estos soldados hacen parte por estos días de las audiencias antes los jueces penales militares para recibir finalmente condena por el delito de Peculado por apropiación. Considerando el desenvolvimiento del caso, no deberían ser siquiera juzgados por estos cargos ya que la conducta no se acomoda a este tipo penal pues para que se estructure el delito, no es solo necesaria la relación entre el objeto material y el sujeto activo, (en éste caso el dinero y los militares) sino que es también requisito que en virtud de una relación funcional el sujeto activo tuviere el encargo de administrar, tener o custodiar este objeto. Diferente sería si a estos solados un superior les hubiera dado la orden de buscar en un punto X dineros, estupefacientes, armas o cualquier otro material ilícito o de dudosa procedencia, pues allí si sería clara la relación funcional existente ya que hubieran encontrado éste dinero mientras cumplían con la función precisamente de hacerlo. Dicho de otra forma, el hecho de que ellos tomaran como suyo este dinero bajo todas las condiciones del caso particular, no quiere decir que hayan delinquido, ya que el delito por el cual se les acusa no encaja en la situación.

    Este caso denominado “La Guaca” no es más que el aprovechamiento de una situación algo parecida a una tragicomedia donde unos soldados encontraron una cantidad considerable de dinero y lo tomaron como suyo, y donde algunos de éstos solados posteriormente decidieron devolver el monto de dinero que les hubiere correspondido en un acto ya sea de honradez, de cobardía o producto de cualquier otra razón; y donde algunos otros sencillamente por comportamientos imprudentes terminaron en manos de las autoridades. Todos los anteriores capturados para ser procesados por peculado. Viene uno a pensar entonces que los soldados son entonces culpables de una conducta quizás moral o ética inapropiada pero no de un delito.

    Por otra parte, el dinero encontrado el 18 de Abril de 2003 no ha sido adjudicado de ninguna manera al Estado o a particulares. Se dice que pertenecía a Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), pero tres años después de lo acontecido, aún no ha habido manifestaciones por parte de este grupo armado en donde se adjudiquen el contenido de las caletas. Por lo anterior, podemos inferir que no existe un objeto material (El dinero) que se pueda entender pertenezca a los estipulados dentro del artículo 397 del Código Penal Colombiano, en donde se expresa que el objeto material de éste delito, lo constituyen los bienes muebles e inmuebles del Estado, o de empresas o instituciones en que el Estado tenga parte; los bienes o fondos parafiscales, y en algunos casos los bienes de particulares. Es decir, el dinero tiene que pertenecer a alguien, pero estos 40 mil millones de pesos no tienen dueño, nadie los ha reclamado, no se sabe quien o por qué razones en particular los enterró en ese lugar y por lo tanto vienen siendo una cosa de nadie.

    La corte por su parte, ha señalado que el peculado, es ante todo, la violación de un deber funcional. Expresión que implica que el bien ha entrado previamente al ámbito de la administración pública por conducto de uno de sus funcionarios y que éste haya dispuesto de aquel contrariando lo dispuesto por la misma. O sea que el bien debe hacer parte de los que pertenecen a la administración y además tiene que habérsele confiado a algún servidor público para que lo administrara o lo guardara; sin embargo, como ya lo hemos mencionado, no podemos pretender que exista un peculado por apropiación solo porque los soldados son servidores públicos y porque mientras patrullaban encontraron la caleta. No, por una sencilla razón, su función no era administrar o guardar aquel dinero, su hallazgo fue una mera coincidencia y es por esto que reiteramos que las acusaciones son desde todos los puntos de vista, injustas.

    Entonces, si el bien jurídico tutelado es la administración pública, y estos dineros no pertenecen a la misma y no existía ningún tipo de relación funcional entre los soldados y aquellos millones de pesos, ¿Habrá delito de peculado? ¿No será más bien que en este caso el delito no lo configura el hecho sino la cantidad?

    Durante los próximos días, semanas, meses tal vez; los 50 soldados que están en manos de la justicia penal militar, verán como se decide sobre su futuro mientras se enfrentan con la presión del gobierno, de los medios, de muchos de sus compañeros y por supuesto, de la justicia que para éste caso pareciera haber extraviado su balanza.

    - Argumentos de la defensa:
  • Aberración Jurídica
  • Peculado por apropiación

    TITULO XV

    DELITOS CONTRA LA ADMINISTRACION PUBLICA
    CAPITULO PRIMERO

    Artículo 397. Peculado por apropiación.

    El servidor público que se apropie en provecho suyo o de un tercero de bienes del Estado o de empresas o instituciones en que éste tenga parte o de bienes o fondos parafiscales, o de bienes de particulares cuya administración, tenencia o custodia se le haya confiado por razón o con ocasión de sus funciones, incurrirá en esta modalidad del delito de peculado.

    Monday, June 19, 2006

    Nuestra opinión - 061906

    No solo en nuestro país ocurren casos como el de “La Guaca”, que logran mantenernos a todos los espectadores en un debate interno entre la moral y la ley. Casos de peculado se ven de todas las proporciones y en todos los lugares del mundo. El caso de “La Guaca”, como ha sido denominado el momento de “suerte” que tuvieron 147 soldados colombianos, es bastante especial, pues el proceso no ha sido del todo claro, los argumentos del fiscal carecen de fundamentos jurídicos de verdadero peso y por tanto aquellos que están siendo enjuiciados han visto menoscabados algunos de sus derechos legales y constitucionales.

    Planteando un caso hipotético basado en nuestra triste realidad colombiana, donde los soldados en un acto de bondad y honradez, deciden entregar el hallazgo a sus superiores, así que el dinero en mano de los oficiales de nuestro querido ejercito, pasa de unos a otros y llega reducido al gobierno nacional; este a su vez decide “aprovechar” la fortuna y cubre una que otra deuda pendiente.

    Luego, este dinero es destinado a obras benéficas y para bien de la población civil el gobierno decide entregarlo a alguna organización departamental, para que esta mejore o implemente algún beneficio para el pueblo. Desafortunadamente, acá el monto del dinero también es reducido, pero lo restante es entregado con disfraz de contrato a alguna compañía amiga, para que comience o termine el coliseo deportivo de la población. El contrato, generalmente termina siendo un fraude. Y bueno, solo basta recorrer Colombia para encontrar coliseos de palma africana, escuelas sin techos, canchas sin arcos, iglesias vacías y la triste realidad que todos conocemos.

    No! Este caso es distinto. Acá fueron 147 soldados de la patria, que después de muchas noches intranquilas combatiendo en lo mas remoto de nuestra geografía nacional, viendo morir amigos inocentes y matando tal vez jóvenes inocentes de otros bandos [También victimas en muchos casos de nuestra cotidianidad], de comer micos, de no ver a la novia, no conocer a los hijos, no comer bien, no tener libertad, no disfrutar la juventud, no vivir, no poder bañarse, no tener ropa limpia, no poder salir a bailar, no poder jugar fútbol, no ver fútbol, no ir al estadio, no ver las novelas, saltar minas quiebra patas, esquivar balas enemigas, no dormir de noche por miedo a encontrarse en sueños con la muerte, y todo por la mínima cantidad de 612.000 pesos mensuales; encuentran tan anhelada felicidad. Ellos no están en ese paseo porque encontrarse dinero sea cosa de todos los días.

    Este caso es distinto porque el dinero, que desde el momento del hallazgo es de dudosa procedencia, no pasó por manos de los de corbata, los amigos de ellos, los que les ofrecen mejores precios por hacerles el favor de comprarles o venderles, este dinero no paso por las manos que juegan con el patrimonio nacional y tienen a la gran mayoría de los colombianos al borde de un ataque de tristeza y cólera.

    Saltar las leyes, perdonar, absolver y hasta agradecer, debería el gobierno colombiano a estos jóvenes que dieron la vida por nosotros y en muchos casos la perdieron. Absolverlos no es crear un conducto regular para perdonar otros delitos. No, en este caso debemos entender que son dineros ilícitos, en lugares peligrosos y en manos de gente que vive, mata y muere por protegerlos. Si, que se queden con todos los millones que encuentren en las selvas colombianas, porque al final, la vida que ellos arriesgan no es la nuestra.

    Otros robos en Colombia.

    Apartes de la Revista Semana.

    La Nación perdió un billón de pesos en cuatro años por corrupción de funcionarios, lo que equivale a media reforma tributaria. De 1994 a 1998 se perdieron 2,27 billones por corrupción. El Senado de la República ha gastado más de 300 millones en nominas paralelas y 4.000 millones en carros blindados. Hubo sobrecosto de 6.000 millones en bodega de Corabastos, peculado en Forec, falsedad en Foncolpuertos, investigación de jueces por corrupción en casos de Foncolpuertos y Dragacol, la Procuraduría destituyó juez penal municipal por dictar tutela a favor de narcotraficante, un funcionario de Fiscalía de Medellín confesó robo de bienes del narcotráfico, la Corte investiga a 10 congresistas por peculado y la Procuraduría investiga 14 diputados del Tolima por corrupción. El CTI capturó a presidente de comisión quinta de Senado por enriquecimiento ilícito en tanto que salieron libres los delincuentes de caso Dragacol por vencimiento de los términos y más de 6.000 abogados fueron sancionados por Consejo Nacional de la Judicatura por corrupción, a la par que la Superintendencia Bancaria reveló irregularidades en préstamos por más de 27.000 millones de pesos del Banpacífico y la Contraloría reveló que 63.139 millones de pesos destinados para educación fueron desviados. Lo anterior es una simple muestra que puede constituir la fuente en donde bebe gente sencilla, como los contraguerrilleros, las malas lecciones de ética.

    Eramos una Nación pobre pero teníamos dignidad, éramos laboriosos y austeros y sensiblemente honestos, hoy las capas sociales, comenzando por la más alta, se dañaron y hay un desmedido afán de lucro, de enriquecimiento ilícito y cosa curiosa e infortunada, nuestros valientes soldados de la Brigada Móvil N° 6, no resistieron la tentación -todos a una- de quedarse con la enorme riqueza sin dueño, encontrada en una remota y selvática región del Caquetá. Algunos ya están detenidos, otros lo serán más tarde, los jueces civiles o militares, da lo mismo, hallarán la luz suficiente para calificar el delito y si es del caso imponer la sanción.

    *Presidente del Cuerpo de Generales y Almirantes en Retiro de las FF.MM. de Colombia.
    Por Mayor general (r) Juan Salcedo Lora

    Sunday, June 18, 2006

    ¿La Guaca?


    Fotografia por: Federico Puyo

    Ahora que comienza el juicio contra los 147 soldados que hace tres años se quedaron con al menos 40 mil millones de pesos enterrados en el Caquetá, se conocen las tristes historias que vinieron con la polémica fortuna.

    Desde el 18 de abril de 2003, cuando los militares que patrullaban en el municipio de Coreguaje, en San Vicente del Caguán (Caquetá), encontraron varias caletas con miles de millones de pesos que aparentemente guardaban las Farc en el área de operaciones del Batallón de Contraguerrillas No. 50, no han tenido un solo día de tranquilidad.

    Era Semana Santa. Los militares acababan de recuperar el control de la zona de distensión que el presidente Andrés Pastrana había dispuesto para los diálogos de paz con las Farc, cuando el país conoció la insólita noticia: tres oficiales, 15 suboficiales y 129 soldados terminaron involucrados en el famoso caso de La Guaca, sindicados de peculado por apropiación al apoderarse de al menos 40 mil millones de pesos que estaba repartida en pesos colombianos y dólares.

    Tres años después, comenzó este lunes la etapa de juzgamiento en la base de entrenamiento militar de Tolemaida, en el departamento Tolima.

    * Cortesía de la Revista Semana. Andrea Peña