Tuesday, June 27, 2006

Que el diablo escoja!

En la página principal de las Autodefensas Unidas de Colombia se encuentra un artículo que detalla lo siguiente:

“Y es que esta no es una graciosa concesión que se nos está haciendo. Es evidente que si se quiere que el proceso de paz con la Autodefensa termine de manera constructiva, el tema de la reinserción en la vida social y productiva de los ex combatientes debe estar en la agenda de prioridades de la nación.”

Nosotros los colombianos somos muy especiales, particularmente a la hora de conceder prioridad a ciertos asuntos legales. Si necesitamos cambiar cien leyes e inventar otras cien para que un paramilitar asesino salga por las calles de Bogotá estrenando carro pagado por el estado, ¡lo hacemos! En el país del sagrado corazón, si a alguien se le va la mano con la secretaria y le roza la cola, puede ir a parar en la cárcel, compartir celda con Garavito el violador de niños, y para terminar, recibir una condena quizá más grave. Sí, ese es nuestro sistema.

En efecto, son diarias las inconsistencias en nuestras leyes. Casos como el de Garavito nos causan consternación sólo por un par de días y luego todos parecemos olvidar. Igual pasa con los soldados de la guaca, el caso que por estos días y al parecer solo por estos días, nos tiene atentos y la expectativa de lo que pueda suceder. Mucha gente ignora lo que este caso representa para los colombianos. Por un lado están los que piden justicia, ya que los soldados se apoderaron de algo que no les pertenecía y por consiguiente deben atenerse a las consecuencias. Están también los que piden solidaridad con los acusados y exigen se les perdone su falta y se les premie su valentía con el botín que encontraron en la selva y por último, estamos aquellos que pedimos justicia.

Si, ¡justicia! Aunque en Colombia sea paradójico solicitarla, debemos tener en cuenta que esa misma vara que hoy mide las acciones de los uniformados, es es aquella que puede tomar medida de nuestras acciones en un futuro. Se puede pensar que levanto el dedo acusatorio para decir que todos los que leen este escrito van a delinquir en cualquier momento y por consiguiente van a ser juzgados por algo y por alguien. Pero no, es que en nuestro país también levantamos juicios acusatorios en contra de inocentes. Paradójicamente también, como en el caso de los soldados.

Juzgar a los 147 miembros de la compañía B, por el delito de Peculado por Apropiación es una aberración Jurídica ya que los soldados en ningún momento incurrieron en tan mencionado delito. El error cometido por los acusados puede y debe ser castigado única y exclusivamente como una falta disciplinaria dentro de las filas del ejército. Pero bajo ninguna circunstancia, deberá ser castigado jurídicamente, manipulando la balanza de la justicia y las letras que componen nuestras leyes.

Es este el momento en el que debemos quitarnos la camisa negra de Juanes y colocarnos una blanca implorando justicia. Por mis hijos, tus hijos y los hijos de tus hijos, evitemos juntos que se cometa otra irregularidad, tenemos a alguien que mato más niños que los que integran una compañía anti-guerrillera, brindado entrevistas en televisión nacional, a punto de salir libre y quien sabe cuantos asesinos más a punto, o si no, disfrutando de la libertad. 147 jóvenes defendían a muerte – literalmente- la integridad de nuestra nación y hoy los juzgamos por quedarse con algo, que no le pertenecía a nadie. Dirán algunos que estos soldados vendieron la patria por un par de dólares, pero después de ver tantas muertes, creo que es natural querer comenzar a vivir, ¿o acaso son muchos los que algún día vistieron ese uniforme que hoy juzgamos?

Ciento cuarenta y siete acusados por un delito que no cometieron Vs. Ciento Setenta Niños y quien sabe cuantos más, asesinados por un mismo hombre que muy pronto estará libre. Libre como todos los guerrilleros que se tomaban nuestros pueblos, mataban campesinos, quemaban iglesias y bancos, destruían las alcaldías de muchos municipios de Colombia, secuestraron, degollaron, volaron con tanques de gas los puestos de policía, mataron a muchos de nuestros uniformados que no hacían mas que defendernos, usaron motosierras contra otros cuerpos y quien sabe cuantas mas barbaridades cometieron; y gracias a las inconsecuencias de nuestro gobierno, hoy, son los dueños de la tienda de la esquina, el carro de perros y del taxi que lleva a la niña al colegio.

Ya es hora de que encontremos el sentido de pertenencia y defendamos entre todos a Colombia, de las armas, las leyes y de nosotros mismos. Justicia es lo que solicitamos, justicia en todos los frentes, en la guaca.

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